martes, agosto 28, 2007


paso y otro paso.
camino.

día y otro día.
vivo.

así me dijeron.

abro la mano
y veo,
un poco de amanecer se enganchó
y no quiero que escurra.

planilla y calculo.
laburo.

la vida se llenó de pasillos
y yo seguí.

es la locura que se extiende
en otro idioma,
en colores
fuera de gama.

y en la esquina sin alma
me siento vivo
de esta vida.

cigarrillo y otro.
escape.

tras el enojo,
un ser simple,
pequeño,
superviviente.

(hoy nadie me preguntó cómo estoy)

miércoles, junio 27, 2007


Ya no está blanca mi alma.

Sangre, lágrimas, mentiras, vicios,
rutina, pereversión, nostalgia

Los caminos están transitados
y nunca hubo mapas

y no va a haber.

Miro mis manos vacías
y extraño algo,
que ni siquiera recuerdo.

Bebo otro día de esta vida
a la salud del futuro,
que me atemoriza.

Quizás deba abrir las ventanas un poco más seguido.

O deba dejar de delirar
y vender mi alma al diablo

o aprender a sonreír mis penas
y a forjar sabios,
ágiles, estupendos,
barriletes.

Cavar la trinchera
y no entregarme a mis sombras,
disparar mis represiones,
debatirme con mis miedos,
mano a mano.

Matar o morir,
"de eso se trata".

Y sigo.

Nada.

Es más doloroso aún,
sabiendo que lo sé
seguir acá sentado,
dándole a las teclas,
dándoles, de mí,
lo poco que aún me queda.

Voy a romper mis cerraduras,
voy a violar a mi moral,
voy a reir hasta que duela,
y luego,
encontrar la paz.

viernes, junio 01, 2007

Soy feliz


Soy feliz.
Suena el despertador.
Otro lunes.
Soy feliz.
Dejo a mi mujer en la cama, me levanto sin dar vueltas.
Voy al baño: cepillo de dientes, jabón neutro.
Me cambio, peino, tomo un vaso de jugo y salgo a la oficina.
Soy feliz.
Otro retraso del tren.
Espero que el gobierno haga algo.
Llego tarde, presento certificado de Demora Ferroviario.
Soy feliz, soy feliz.
4 horas de trabajo, una de almuerzo (liviano) y 4 horas de trabajo más.
Debo esforzarme.
Soy feliz.
Salgo de la oficina, camino hasta el tren.
Otra demora.
Espero que el gobierno haga algo.
Llego a casa, beso a mi mujer.
Hoy llegó la boleta de gas.
Vamos a hacer las compras.
Pago con débito.
Hoy suma puntos.
Soy feliz.
Llego y me baño.
La cena está lista.
Diálogos y tele.
Fregado de platos.
Ella se baña.
Nos encontramos en la cama.
Lectura.
Apagado de luz.
Soy feliz.
Escucho la ciudad calmando su voragine.
Escucho ruidos.
Soy feliz.
Me quiero dormir.
Soy feliz.
Soy feliz.
Soy feliz.
Soy feliz.
Soy...

miércoles, mayo 16, 2007



Convidar una ilusión,
resucitarme en tu alma.

Necesito.

Un albergue de paz,
una tregua verdadera.

Donde volver a ser niño,
para poder correr
sin mirar el piso.

Sentarme a llorar,
quemar mis dolores,
blanquear de nuevo,
mi existencia gastada.

Recuperar el aire
de mi felicidad.

Simple.

Eso.

Pero sigo mirando el rio.
Y no pasa nada.
Por ahora al menos.

viernes, abril 27, 2007

Adeu!


Estalló de mí el control
y nació una sonrisa.

Ahora camino por otros paisajes
navego por aguas mansas.

No hay cosas, pero no importa,
solo queda esta felicidad eterna
esta amistad con el todo.




Bye amigos!!

miércoles, marzo 21, 2007

Feliz otoño

Un abrigo liviano
y calles de piedra
bajo mis pies.

Una tarde tranquila,
un poco de lluvia
y una suave noche
para dormir.

El aire quieto,
palabras de árbol,
medio cigarrillo más
de soledad.

Tropezar en pensamientos
dejarlos de lado,
que las cosas pasen,
existo y nada más.

viernes, marzo 16, 2007

Mozeando


Me acerqué caminando a la mesa del fondo, junto a la ventana.
-Acá está su café.
Me miró con asco y se despachó:
-Ese no es café...
-Disculpe señora, usted no pidió un café?
-Sì, pero no ese. Yo pedí un jarrito doble y usted me trajo uno simple.
El tono de su voz escaló palabra a palabra hasta confundirse con el chillido de una rata albina. Perforaba mis tímpanos, mi tranquilidad. No tenía por qué hablarme de esa manera.
Quería decírselo, pero, entonces, se hubieran caido todos los aviones de golpe, las fábricas dejarían de fabricar y quizás algunos encontraran la felicidad. No iba a suceder.
-Disculpe, señora, tiene usted razòn. Ya mismo se lo cambio.
Me di vuelta de golpe y caminé tranquilo hacia la caja. Pasos pesados.
Pedí un café doble y dejé al mocoso que lo prepaba entendiéndose con la máquina, fui al baño de empleados. Era lúgubre, construido con cosas baratas, azulejos blancos, la masilla sucia entre ellos, tabla de plástico.
Estaba furioso, harto de ser pisoteado.
Levanté las manos y sacudí los brazos y di un par de moderados golpes a la pared para desquitarme un poco. Apoyé mi frente en la fría pared.
Bellas bolitas de naftalina aguardaban otro baño de orín en el amarilleado fondo de la cerámica laqueada. Amarillas, rosas y blancas, me sonreían desde su pedestal hediondo.
No las dejé esperar, me bajé la bragueta y descargué las horas de bebidas que llevaba desde la mañana.
Mear es de los pocos placeres gratis que nos quedan a los hombres miserables.
No tiré el botón.
Tomé unos pedazos de papel del montón que había para secarse las manos y me dirigí hacia el mingitorio...
Escogí una de las blancas, brillaba, con una fina capa de humedad.
Metí el bollo de papel en el bolsillo y empujé la puerta para salir.
La paz, poco a poco, retornaba a mí.
Pasé detrás de la barra a buscar el pocillo y, mirando a cada lado con cara de culpable, me aseguré que nadie se fijara en lo que hacía.
Metí mi mano en el bolsillo y saqué los papeles lentamente. Deslizé la pelotita en el café, rebotó alegremente y se sumergió con un grave PLOP. Luego salió a flote, despidió un humito y se consumió asombrosamente rápido. Un leve olor penetrante me rodeó.
Ventilé con las manos y me dirigí nuevamente a la mesa del fondo.
La señora me miró con cara de desagrado, sabía hacer gala de su repugnancia natural.
-Sirvasé, señora, disculpe la demora. Quisiera acompañarlo con una torta? Tenemos una selva negra...
-Sí, sí, que sea una porción de cheese-cake. Y, por favor, la última vez me dieron una porción finita, espero que me compensen.
"Claro que te voy a compensar", pensé.
Caminé hasta el mostrador. Tuve miedo de oír un grito de golpe, de que las palomas blancas volaran por los aires y entonces todo sea descubierto. Pero nada, los cubiertos siguieron sonando entre la tarde y yo di vuelta al mostrador y fui hasta la heladera de cristal.
Seccioné cuidadosamente la torta procurando una porción verdaderamente grande.
Caminé hacia su mesa observándola con cuidado. Levantó su tasa por la manecilla, dedo meñique en alto, lo acercó lentamente mientras hojeaba una revista de moda o alguna de esas bobadas, y sorbió. Sorbió un largo trago...
Nada. Bajó su tasa y continuó sin interrupciones lo que fuera que estaba haciendo.
-Aquí tiene.
Me miró y no dijo nada.
No había mucha gente en el local así que me senté tras la barra y, disimulado en un poco de agua tónica, metí media medida de gin. El gerente pensaba que tomaba soda.
Daba pequeños sorbos y contemplaba la pureza del local.
Faltaba poco para que terminase mi turno y puediera irme a casa a cocinar tranquilo, a tomar un vino, a leer algún libro.
Anhelo tanto la tranqulidad.
Una madera golpeó en seco y levanté mi vista. La señora de la mesa del fondo se había parado y tenía las manos apoyadas en la mesa, miraba para abajo. La silla estaba caída tras ella.
Di un sorbo más a mi vaso y emepecé a moverme para cumplir con el formal "se encuentra bien?"...
Pero antes de que pudiera rodear la barra se escuchó una tos humeda y un grito ahogado. Se hizo un desgraciado silencio y la gente se volteó para mirar que sucedía...
Los brazos de la mujer temblaban, unos horribles gorjeos brotaron de su garganta y finalmente comenzó a vomitar. Una muchachas de otra mesa se taparon el rostro mientras escuchaban el irregular goteo en el suelo...
Luego todo lo esperado: gente que se retira, la mujer tomando agua, sudada, la ambulancia reglamentaria, los titanes de ceño fruncido preguntándose qué sucedió mal, la hormiga que mata a su reina, y el final de mi turno.
Finalmente mi casa, y la paz...

martes, marzo 06, 2007

Long time...!

No me expando,
no abarco,
y me estanco.

El agua de mí
se pudre,
se verdea,
encaya en el asco.

Tufo.

Veo pasar
el rodillo de los días
uno tras otro
tras otro
iguales,
anónimos,
homónimos,
aburridos...

Y pasan 10 más.

Nada, quietud de grises
manchas en mis zapatos,
ruido de fondo
eterno,
perturbando
un vano descanso.

Ver pasar la luz,
una y otra vez
sin que me ilumine.

Hay que sacudir el polvo,
un poco al menos,
y dejarse de joder.