jueves, noviembre 16, 2006

Interrupciòn (segunda parte)


Levanté la mirada, otro punto rojo se movía en la oscuridad de otra terraza vecina.

Me tomó unos segundos comprender lo que mis ojos me presentaban: agazapado en la oscuridad, vestido entero de negro, un hombre me apuntaba con un macabro rifle de precisión.

Grité HIJODEPUTA! y salté a un costado.

Un repentino sudor frío brotó de mi nuca.

Busqué el maldito punto pero no lo encontraba.

Eso fue lo que más me asustó.

Seguí gritando HIJODEPUTA-HIJODEPUTA-HIJODEPUTAAAAA!!!Hasta asombrarme de mis propios gritos y el contrastante silencio que los acompañaba.

Sentía una presión en el estómago, el cuerpo me temblaba, las palmas de mis manos estaban húmedas y llenas de mugre del piso, sentí el peso de mi cuerpo y un pie frío. Se me había salido una pantufla.

Algo en mi mente no encajaba, mis pensamientos parecían tartamudear.

No quería levantar la cabeza para mirar, ni tampoco quería permanecer ahí.

Estaba en una encrucijada.

Intenté arrastrarme, pero la lentitud y el ruido que hacía me hizo desistir.

Por qué a mí?

Quién era ese hombre?

Qué le habría hecho?

Sin dudas me estaba esperando.

Ya sabía que lo había visto, no se podía arriesgar.

Todas las movidas estaban a su favor, en algún momento tendría que acercarme a la puerta quedando expuesto, como una desgraciada gacela.

Empecé a pensar que, estando donde estaba, podría acertarme un tiro fácilmente en cualquiera de mis nalgas. Tomando las rodillas con las manos acudí a la posición fetal.

Necesitaba ideas, y pronto.

Podría saltar al jardín interno. En caso de hacerlo podría morir del golpe contra las baldosas y, esto era determinante, probablemente seguiría estando al alcance de ese maldito punto rojo.

Mi cuerpo entero sudaba ahora, empecé a castañear los dientes.

Por qué? Por qué? Por qué?

Un tiro y adiós, eso sería todo. Mal ubicado podría causarme una terrible agonía.

Morir viendo el temor en mis ojos reflejado en un negro charco de sangre a la luz de la luna.

No, no, no, no quería eso. Nunca había imaginado así mi muerte.

Si de algo estaba seguro es que el mundo está lleno de locos de todo tipo y, MIERDA, mi vida dependía del movimiento del dedo de uno de ellos.

La presión, la presión, no me dejaba pensar, quería llorar, quería gritar.

POR QUÉ SALÍ? POR QUÉ DIOS MÍO?!?

Entré en crisis y algún cristal de mi cordura saltó en pedazos. Vi todo blanco por un segundo. Me puse de pie, di una vuelta carnero mal ejecutada, caí de costado, desplomado, haciendo un seco PLOF, rodé velozmente. Estaba llorando y lo que estaba haciendo era verdaderamente estúpido. Salté como una rana y giré pisando para un lado, amagando, saltando y corriendo para el otro.

En la imprevisión de mis movimientos radicaba mi salvación.

Estando solo a un metro de la puerta me lancé sobre ella. Estaba cerrada, reboté pesadamente, me golpeé duro la frente. Con una mano tiré del picaporte y me metí adentro de la casa desesperado.

Me sangraba una rodilla, me dolía la cintura y la frente, tenía lágrimas por toda la cara, saliva, mis manos estaban raspadas, mi pelo revuelto, el pulóver enganchado y mi calzado seguía incompleto. Pero estaba a salvo.

Cerré la puerta con llave e intenté calmarme.

HIJODEPUTA! HIJO DE SU BUENA PUTA MADRE!

Quería empalar a esa mierda de ninja postmoderno, quería agarrarlo y martillar de a poco todo su cuerpo, quería meterle monedas al rojo vivo por todos sus orificios, pero mientras tanto, seguía llorando.

Prendí un cigarrillo, mis manos temblaban fuera de control. Lo prendí al revés.

Igual no quería fumar.

Me acerqué al teléfono y marqué los tres dígitos de “Emergencias”.

Una señorita atendió, su tono era orgulloso. Una médica frustrada, tal vez.

-Dígame su nombre, su dirección y la emergencia, por favor.

- Vamos! que carajo! me quería disparar! hay un hombre vestido de negro en una terraza vecina, me estaba apuntando con una mierda de punto rojo láser o algo así. Me tuve que tirar de culo para escaparme de ese loco, casi me rompo…

-Señor, por favor, necesito su nombre y dirección, en caso que la comunicación se corte…

-Que no tienen un miserable identificador de llamadas?!? Quiero oír las sirenas de los patrulleros, quiero 7 helicópteros iluminando todas las terrazas de acá hasta el hipódromo. Mi vida está en riesgo…

-La información provista por la compañía telefónica puede estar desactualizada, usted debe entender que está atravesando un estado de shock, respire relajadamente y responda a mis preguntas y muy pronto alguien estará llegando a socorrerlo.

-…!!!!

-Por favor señor…

-Carajo! Antonio Guirales. Pasaje Oim, Munro. Envíe a la caballería YA!.

-Su vida se encuentra amenazada inminentemente?

- No oyó lo que dije. Un maniático me apuntó con un rifle en la terraza. Puede estar viniendo para acá, puede estar adentro de mi casa, puede salir del maldito teléfono, quizás…

-Está usted medicado señor Guirales?

- NONONONO!...

-Está usted solo o acompañado?

-Solo.

-Está usted armado?

- NOOOO, el HIJODEPUTA que me quería matar lo estaba…

-Por favor, Antonio…

-No me llame Antonio…

-Señor Guirales! trate de calmarse, está usted demasiado nervioso. En ese estado solo puede exponerse a un mayor peligro. Repita lo que yo digo: corazón, mente, aire, paz…

-QUE?!? no necesito clases de yoga, necesito que llene mi terraza de francotiradores así cazamos a ese ASESINO SERIAL…

-No se preocupe, ya mismo está saliendo para allá un patrullero. Cree conveniente que enviemos una ambulancia?...

-Mande todo lo que quieran, pero hágalo YA por favor…

Corté.

Esa charla no sirvió demasiado. Espero que llegue alguien pronto.

Pasaron solo 3 segundos y me di cuenta que tardaran cuanto tardaran me parecería una eternidad.


(continùa)

Poesìa II


Las piedras mojadas en la vereda
y la noche tiñiendo a la noche.

Bareo de bar mareado
y caigo una, dos
cien veces cien.

Me visita la poesía de esta vida
"Otra ronda por favor!"
vienen invitando...

Desbocado el frenesí
me atraviesa como lanza
y danzo el etil.

(Sonrisa a la chica,
mirada al espejo fracasado)

Y me confundo con el suelo,
barra, agua y me disuelvo
en otra realidad.

Cristalina la mirada
húmedo el aliento y
lagrimas sin explicación.

Cielo claro, luz que quema,
funeral de noche.

11/04/06




Canto las veredas de sol,
mañana de pájaros
en la ciudad.

Doblando la esquina
un silbido
ataca y vence
nuestra soledad.

A veces no son grandes
las cosas
que me llenan.

(sin fecha)

viernes, noviembre 10, 2006

Mi amigo Echeverry


Trabajo en una oficina.
Me gusta mi trabajo. El ambiente es tan bueno como pocas veces he visto.
De todos modos algo de mì siente lo antinatural en todo esto.
Planteos en mi cabeza que me aislan de la cultura actual.
Igual sonrìo y estoy contento con mi trabajo.
Parte de mi escape mental era Echeverry, mi buen amigo, mi buena suculenta.
Siempre fui un admirador de los cactus, pero esta suculenta fue un buen compañero.
Me miraba cuando nadie màs lo hacìa, cuando caìdo el sol hace rato y con la vista cansada seguìa tipeando sobre infinitas planillas de Excel.
Entre su eterno silencio y el mìo, nos entendìamos.
Ahora Echeverry està herido de muerte.
No sè si va a salir vivo y de verdad me pone triste.
Quizàs me recuerde a Homero o a Fìgaro, viejos amigos relegados al recuerdo.
Viejos compañeros de viaje que me dieron fuerza desde lo mìnimo de sus existencias.
Hay un minuto de tristeza en mi alma y una làgrima invisible.
Solo esperemos que todo salga bien...
Les dejo una foto de Echeverry en uno de sus buenos momentos, sobre el escritorio en el estudio...
Perdón por esta pausa. Es parte de mì. Hasta luego...

jueves, noviembre 09, 2006

Interrupciòn (primera parte)

Estaba a mitad del clásico cigarrillo posterior y esto empezaba a andar.
Había mucha humedad y estaba frío, pero con el sweater y mis pantuflas de oso, se sentía perfecto.
La nubes tenían ese extraño color naranja que tienen algunas noches.
La luz de calle me daba sus migajas, tiñiendo el aire de color rosa.
En el colegio no nos enseñaban que esos fuesen los colores de las cosas, pero así estaban. Y así de bien yo.
Caminé en círculos, disfrutando cada paso.
La suela de goma liviana hacía un buen ruido cuando raspaba el piso.
Empecé a tocar el tema “Like a Rolling Stone” con mi pie. Raspaba de atràs para adelante y al revès. No creo que nadie más que yo pudiera oírlo. A decir verdad, el ritmo sonaba más que nada en mi cabeza. Yo sacudía los pies de cualquier forma.
Me la estaba pasando muy bien.
No me importó contener la seriedad.
Empecé a cantar.
Alguna parte de mí seguía reticente a esta explosión de efusividad, pero le estaba venciendo.
No solo cantaba la letra, sino también los instrumentos. Agudos, bajos, bases.
Hasta me permití algunas variaciones de diferentes estilos. Me salieron buenas.
El ritmo empezó a bullir dentro de mí. Pasé de estilo en estilo. Solo me dediqué a cantar instrumentos.
Me sacudía, poseído por James Brown.
Me reía de mí mismo, pero, qué más daba?, pocas veces me invadía tanta alegría espontánea.
Empecé a pensar en que lugar me gustaría estar en ese momento, para luego imaginarlo y poder dedicarme entonces al GRAND FINALE.
Estaba en una jaula de zoológico, de las grandes. Piedras con musgo, árboles medianos, un fino trabajo de paisajista…. No!
Por qué un zoológico? Qué es esa ridiculez? No, de ninguna manera.
No me sentía tan excéntrico.
Yo estaba en un bar clandestino en una estación abandonada de subtes en Nueva York. Allí solo estaban los que sabían del asunto y las luces y jazz estallaban alrededor mío.
Era algo nuevo, el mejor cantante de jazz, joven, pero promesa.
Había gente de plata, gente de carrera, marineros de otros países, una joven periodista, un par de mozos de otros clubes, un tipo y su mellizo. Estaban todos.
Yo, en el centro del escenario, me dejaba bañar por la luz y sacudía los hombros.
Vestía de esmoquin. Lentejuelas color azul marino.
Destellaban, salpicando las paredes, las mesas, los vasos y manchando los ojos de todos los observadores que habían dejado de beber, de fumar, de conversar, de respirar, solo para verme.
Presentían que algo grande vendría.
Yo ya me lo tenía pensado.
Pestañeé, tomé aire y empecé a ejecutar los pasos finamente ajustados en mi mente.
Mi espalda se tensó, mis hombros se ensancharon, permití un eléctrico vaivén en mis caderas, mis brazos se abrieron grandes expandiendo ese movimiento hasta la punta de mis dedos. Vibraban.
Hice un rápido gesto de cejas y abrí mis ojos con euforia y alegría.
Tomé aire y presentí el calor que pronto encendería mi garganta.
Algo rojo se movió rápidamente.
Algo que me interrumpió, me molestó, hasta me asustó, podría decir, un poco.
Osea, qué carajo fue eso?
Estaba sobre mi pecho.
Un puntito rojo. No era redondo sino más bien rectangular.
Se sacudía como una mosca confundida. Quise agarrarla, pero no pude.
Las luces, la música, las lentejuelas y el mellizo, todo desapareció en el pasado.
Silencioso y repentino.

(continúa)

jueves, noviembre 02, 2006

Cosas de mi y de no-mi


Soy un tipo colérico muchas veces. Pierdo la paciencia ante enormes boludeces. Lo sé ahora, pero no siempre fue así.
Probablemente sea un problema de autoestima llevado inmaduramente. Como casi todos lo hacemos bajo ciertas presiones.
Quizás mis presiones fueran otras, o quizás fueran las mismas vistas de un modo diferente. No lograba definir una tradición. A veces mi opinión recaía de un lado y a veces de otro. Iba y venía, desorientándome.
Lo que sí, sé que a veces mis presiones no necesitan ser gran cosa. Pueden dispararse ante ridículas cuestiones, tan pequeñas, tan sinsentido, que solo logré explicármelas en el momento del enojo mismo.
Luego tomo conciencia.
Lo insignificante, es vergonzoso.
Veo muchas cosas todos los días. Cosas que me parece que están mal.
Y tengo tantos pensamientos que parecen rebotar contra todos que no estoy seguro.
Me equivoco mucho delatando lo verdaderamente triste y gris que encuentro a la humanidad cada tanto?
Soy caprichoso por buscar una utopía? O simplemente es una cuestión de ego?.
Siento las pasiones reprimidas, la vida sin ser comprendida, un camino derecho y con pocas bifurcaciones, cualquier día de estos. Y me pregunto si me pasa lo mismo.
Debería sentirme menos libre (o hasta preso) por creer que hemos perdido un sano criterio como especie?
Ya matamos, casi, la espiritualidad. Atentamos contra nuestra propia alma en el pasado y la reemplazamos por la búsqueda de la felicidad en la racionalidad.
Pero la mente no es eterna y es débil cada tanto, se puede corromper, confundir, azotar constantemente hasta convertirla en una esclava.
Es una cuestión de saber hacerlo. Las armas se afilan cada vez más agudo en este sentido.
Nuestros sentidos están siendo estudiados, entendidos y controlados de un modo cada vez más eficiente.
Nos cuesta ver la verdad, reconocerla como nuestra y cargarla con simpleza.
El mundo material es el estímulo principal y paliativo de nuestras esperanzas.
No es más que un problema de confusión, de inseguridades.
Y así, cada vez nos alejamos más de nuestro origen, de lo importante, de mirar hacia adentro nuestro.
Lo exterior nos predomina.
Y de pronto un rapto de lucidez nos golpea y uno se pregunta, continuamente “lo hago o no lo hago?”.
Acaso voy en contramano?
Simplemente busco paz y ya no sé si no la obtengo por que estoy perdido o por que es necesario transitar esto para obtenerla en estado de pureza.
Quizás vamos por el buen camino y no sé reconocerlo.


Jaja… Por qué mentirles?... Eso es lo que sucede, que a veces creo que debería preocuparme mucho menos. La vida no es la ilusión en la que creemos.
Hay muchas cuestiones más importantes que resolver y ya voy a dar con ellas.
Entonces quizás entienda que soy feliz y que no es tan difícil que todos lo seamos.

Pero ahí está el asunto, que tanta cosa me confunde y de ratos no estoy seguro de nada, y es así como vuelvo a empezar.
Que estén todos bien.

31/10/06