Levanté la mirada, otro punto rojo se movía en la oscuridad de otra terraza vecina.
Me tomó unos segundos comprender lo que mis ojos me presentaban: agazapado en la oscuridad, vestido entero de negro, un hombre me apuntaba con un macabro rifle de precisión.
Grité HIJODEPUTA! y salté a un costado.
Un repentino sudor frío brotó de mi nuca.
Busqué el maldito punto pero no lo encontraba.
Eso fue lo que más me asustó.
Seguí gritando HIJODEPUTA-HIJODEPUTA-HIJODEPUTAAAAA!!!Hasta asombrarme de mis propios gritos y el contrastante silencio que los acompañaba.
Sentía una presión en el estómago, el cuerpo me temblaba, las palmas de mis manos estaban húmedas y llenas de mugre del piso, sentí el peso de mi cuerpo y un pie frío. Se me había salido una pantufla.
Algo en mi mente no encajaba, mis pensamientos parecían tartamudear.
No quería levantar la cabeza para mirar, ni tampoco quería permanecer ahí.
Estaba en una encrucijada.
Intenté arrastrarme, pero la lentitud y el ruido que hacía me hizo desistir.
Por qué a mí?
Quién era ese hombre?
Qué le habría hecho?
Sin dudas me estaba esperando.
Ya sabía que lo había visto, no se podía arriesgar.
Todas las movidas estaban a su favor, en algún momento tendría que acercarme a la puerta quedando expuesto, como una desgraciada gacela.
Empecé a pensar que, estando donde estaba, podría acertarme un tiro fácilmente en cualquiera de mis nalgas. Tomando las rodillas con las manos acudí a la posición fetal.
Necesitaba ideas, y pronto.
Podría saltar al jardín interno. En caso de hacerlo podría morir del golpe contra las baldosas y, esto era determinante, probablemente seguiría estando al alcance de ese maldito punto rojo.
Mi cuerpo entero sudaba ahora, empecé a castañear los dientes.
Por qué? Por qué? Por qué?
Un tiro y adiós, eso sería todo. Mal ubicado podría causarme una terrible agonía.
Morir viendo el temor en mis ojos reflejado en un negro charco de sangre a la luz de la luna.
No, no, no, no quería eso. Nunca había imaginado así mi muerte.
Si de algo estaba seguro es que el mundo está lleno de locos de todo tipo y, MIERDA, mi vida dependía del movimiento del dedo de uno de ellos.
La presión, la presión, no me dejaba pensar, quería llorar, quería gritar.
POR QUÉ SALÍ? POR QUÉ DIOS MÍO?!?
Entré en crisis y algún cristal de mi cordura saltó en pedazos. Vi todo blanco por un segundo. Me puse de pie, di una vuelta carnero mal ejecutada, caí de costado, desplomado, haciendo un seco PLOF, rodé velozmente. Estaba llorando y lo que estaba haciendo era verdaderamente estúpido. Salté como una rana y giré pisando para un lado, amagando, saltando y corriendo para el otro.
En la imprevisión de mis movimientos radicaba mi salvación.
Estando solo a un metro de la puerta me lancé sobre ella. Estaba cerrada, reboté pesadamente, me golpeé duro la frente. Con una mano tiré del picaporte y me metí adentro de la casa desesperado.
Me sangraba una rodilla, me dolía la cintura y la frente, tenía lágrimas por toda la cara, saliva, mis manos estaban raspadas, mi pelo revuelto, el pulóver enganchado y mi calzado seguía incompleto. Pero estaba a salvo.
Cerré la puerta con llave e intenté calmarme.
HIJODEPUTA! HIJO DE SU BUENA PUTA MADRE!
Quería empalar a esa mierda de ninja postmoderno, quería agarrarlo y martillar de a poco todo su cuerpo, quería meterle monedas al rojo vivo por todos sus orificios, pero mientras tanto, seguía llorando.
Prendí un cigarrillo, mis manos temblaban fuera de control. Lo prendí al revés.
Igual no quería fumar.
Me acerqué al teléfono y marqué los tres dígitos de “Emergencias”.
Una señorita atendió, su tono era orgulloso. Una médica frustrada, tal vez.
-Dígame su nombre, su dirección y la emergencia, por favor.
- Vamos! que carajo! me quería disparar! hay un hombre vestido de negro en una terraza vecina, me estaba apuntando con una mierda de punto rojo láser o algo así. Me tuve que tirar de culo para escaparme de ese loco, casi me rompo…
-Señor, por favor, necesito su nombre y dirección, en caso que la comunicación se corte…
-Que no tienen un miserable identificador de llamadas?!? Quiero oír las sirenas de los patrulleros, quiero 7 helicópteros iluminando todas las terrazas de acá hasta el hipódromo. Mi vida está en riesgo…
-La información provista por la compañía telefónica puede estar desactualizada, usted debe entender que está atravesando un estado de shock, respire relajadamente y responda a mis preguntas y muy pronto alguien estará llegando a socorrerlo.
-…!!!!
-Por favor señor…
-Carajo! Antonio Guirales. Pasaje Oim, Munro. Envíe a la caballería YA!.
-Su vida se encuentra amenazada inminentemente?
- No oyó lo que dije. Un maniático me apuntó con un rifle en la terraza. Puede estar viniendo para acá, puede estar adentro de mi casa, puede salir del maldito teléfono, quizás…
-Está usted medicado señor Guirales?
- NONONONO!...
-Está usted solo o acompañado?
-Solo.
-Está usted armado?
- NOOOO, el HIJODEPUTA que me quería matar lo estaba…
-Por favor, Antonio…
-No me llame Antonio…
-Señor Guirales! trate de calmarse, está usted demasiado nervioso. En ese estado solo puede exponerse a un mayor peligro. Repita lo que yo digo: corazón, mente, aire, paz…
-QUE?!? no necesito clases de yoga, necesito que llene mi terraza de francotiradores así cazamos a ese ASESINO SERIAL…
-No se preocupe, ya mismo está saliendo para allá un patrullero. Cree conveniente que enviemos una ambulancia?...
-Mande todo lo que quieran, pero hágalo YA por favor…
Corté.
Esa charla no sirvió demasiado. Espero que llegue alguien pronto.
Pasaron solo 3 segundos y me di cuenta que tardaran cuanto tardaran me parecería una eternidad.
(continùa)
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